“—Cuando yo uso una palabra —dijo (Humpty Dumpty) en un tono bastante desdeñoso— significa lo que yo decido que signifique, ni más ni menos.
—La cuestión es —dijo Alicia— si usted puede hacer que las palabras signifiquen cosas tan diferentes
—La cuestión es —dijo Humpty Dumpty— saber quién es el amo, eso es todo”

Lewis Carrol, Alicia a través del espejo

martes, 27 de septiembre de 2011

La escritura hipertextual

Hola a tod@s.
Como hemos conversado en clase, vamos a empezar a trabajar la escritura hipertextual, es decir, vamos a comenzar a hipervincular algunos elementos de nuestras producciones escritas con otros textos de la red, tanto textos escritos como icónicos o de audio.
Les dejo un tutorial de Educ.ar para que tengan una guía para realizar hipervínculos o subir videos en sus entradas del blog:



El primer texto que van a "hipertextualizar" es el último que trabajaron en clase sobre El extraño caso de Dr Jekyll y Mr Hyde de Stevenson y Mary Reilly de Frears. El texto, convertido en hipertexto, deberá tener al menos tres enlaces a otros textos escritos, un hipervínculo a un archivo de sonido y un video o una imagen.
Les dejo acá un hipertexto que habla sobre el hipertexto como ejemplo:


El hipertexto es una estructura de información organizada en red mediante una serie de nodos interconectados, a través de los cuales es posible vincular distintas partes de esta estructura. En este sentido, el hipertexto –palabra que encuentra su origen en los estudios pioneros sobre la textualidad y las relaciones posibles entre distintos discursos: hipotexto, architexto, intertexto, etc.– supone necesariamente un abordaje no lineal, sino más bien signado por bifurcaciones, saltos, retrocesos, etc.; y lleva al extremo los planteos de las teorías de la recepción que piensan en el lector como constructor activo del sentido. Básicamente, esta es la estructura de la Web o red de redes.
Este concepto tiene su origen en los estudios de Genette sobre las relaciones que un texto literario establece con otros textos, planteo que derivó en la taxonomía que expone en Palimpsestos (1982). Allí, se habla de cinco tipos de relaciones transtextuales posibles. Entre estos tipos de relaciones figura la hipertextualidad, definida como "toda relación que une un texto B (que llamaré hipertexto) a un texto anterior A (al que llamaré hipotexto) en el que se injerta de una manera que no es la del comentario".
Esta definición de hipertextualidad implica, entonces, que entre los textos se produzca una red de inclusiones, lo que a su vez implica construir nuevos sentidos a partir de esa puesta en relación. Por ejemplo, el cuento “El hambre”, de Mujica Lainez, tiene como hipotexto las crónicas de UlricoSchmidl sobre las nuevas tierras del Río de la Plata.
Genette considera que el pasaje del hipotexto al hipertexto produce distintos tipos de relaciones hipertextuales: parodia, pastiche, travestismo, imitación y collage, por lo que estas relaciones sirven como criterio de clasificación de las obras literarias. Por ejemplo, “La casa de Asterión” de Borges que leímos y analizamos en clase establece una relación hipertextual con el mito del Minotauro y el laberinto de Creta, de modo que el mito es el hipotexto del relato borgeano. A través de la inversión (cambio de focalización, desmitificación del héroe, etc) Borges “juega” con el mito para invertir su sentido.
Posteriormente, este concepto fue utilizado para caracterizar las relaciones que permite el texto digital: cuando a través de un enlace se puede “viajar” de un texto a otro, se establecen relaciones de hipertextualidad. En la Web, todo texto es hipotexto y, simultáneamente, hipertexto de otros.
Los textos multimodales recurren a una amplia gama de modos de representación y comunicación de los mensajes: no solo diversos formatos de página, colores y diagramaciones específicos, sino, además, diagramas, infografías, gráficos, fotografías, archivos de audio y videos. Todos estos elementos contribuyen –en función de su especificidad– a la comprensión e interpretación del mensaje transmitido, que sólo se da en la sumatoria de la información “codificada” en diversos modos: visual, auditivo; mediante palabras, sonidos e imágenes.
Es evidente que internet y los textos digitales en general favorecen este tipo de mensajes: la multimodalidad es uno de los rasgos distintivos de las nuevas maneras de comunicar, incentivadas por las tecnologías Web 2.0,  que simplifican su realización.

jueves, 22 de septiembre de 2011

Para opinar con argumentos...

Hola a todos y a todas.
Les dejo este video del Canal Encuentro, que es una interpretación absolutamente distinta de la realizada en clase con respecto al cuento "Casa tomada" de Julio Cortázar. Es sólo la primera parte del programa. Quien quiera verlo completo puede hacerlo online aquí
La idea es que lo escuchen atentamente y opinen a través de los comentarios. Para ayudarlos a pensar, les dejo algunas preguntitas para hacerle al video y al señor Feinmann.


1. ¿En qué expresiones Feinmann deja entrever su opinión personal sobre Cortázar?
2. ¿Desde qué área del saber se interpreta el cuento del autor argentino? ¿Desde qué ideología política? Averigüen a qué se refiere con "generación del ochenta", "roquismo", "revolución libertadora", "Chusma ultramarina", "migrantes internos", etc.
3. ¿Qué concepto de "casa" maneja Feinmann en su análisis? ¿En qué se parece y en qué se diferencia del que utilizamos nosotros en clase?
4. ¿Qué interpretación hace Feinmann de la frase del cuento: "Se puede vivir sin pensar". ¿Están de acuerdo? Justifiquen su posición.
4. ¿Qué similitudes y diferencias encuentran con el análisis realizado en clase? ¿Qué es "la otredad" en el análisis de Feinmann y quién/quiénes lo ven de esta manera?
5. ¿Qué argumentos da el filósofo para avalar su interpretación del relato una vez que aclara que "Cortázar no explicita quién toma la casa"?
6. ¿Qué garantías explícitas o citas textuales utiliza para demostrar su lectura? Búsquenlas en el relato y confírmenlas. ¿Les parecen válidas? ¿Por qué sí o por qué no?
7. Piensen preguntas que no encuentren acá para realizarle al análisis de Feinmann.

miércoles, 7 de septiembre de 2011

Cierre de trimestre

Hola a todos y a todas.
Hoy, 7 de septiembre de 2011, damos por terminado el segundo trimestre del año.
Espero seguir disfrutando de las clases con ustedes en esta última etapa y que quienes andan a los tumbos con las notas puedan ponerse al día en los meses siguientes.
Recuerden traer y leer los cuentos
Hasta el martes.

martes, 6 de septiembre de 2011

Dos cuentos

Para el martes 13 de setiembre, deben leer "Casa tomada" de Julio Cortázar y "La casa de Asterión" de Jorge Luis Borges. Además, es imprescindible que traigan los textos a clase para comenzar el análisis de los mismos.
Estos son los cuentos:


Casa tomada* (Julio Cortázar)

 Nos gustaba la casa porque aparte de espaciosa y antigua (hoy que las casas antiguas sucumben a la más ventajosa liquidación de sus materiales) guardaba los secretos de nuestros bisabuelos, el abuelo paterno, nuestros padres y toda la infancia.
Nos habituamos Irene y yo a persistir solos en ella, lo que era una locura pues en esa casa podían vivir ocho personas sin estorbarse. Hacíamos la limpieza por la mañana, levantándonos a las siete, y a eso de las once yo le dejaba a Irene las últimas habitaciones por repasar y me iba a la cocina. Almorzábamos a mediodía, siempre puntuales; ya no quedaba nada por hacer fuera de unos platos sucios. Nos resultaba grato almorzar pensando en la casa profunda y silenciosa y cómo nos bastábamos para mantenerla limpia. A veces llegamos a creer que era ella la que no nos dejó casarnos. Irene rechazó dos pretendientes sin mayor motivo, a mí se me murió María Esther antes que llegáramos a comprometernos. Entramos en los cuarenta años con la inexpresada idea de que el nuestro, simple y silencioso matrimonio de hermanos, era necesaria clausura de la genealogía asentada por los bisabuelos en nuestra casa. Nos moriríamos allí algún día, vagos y esquivos primos se quedarían con la casa y la echarían al suelo para enriquecerse con el terreno y los ladrillos; o mejor, nosotros mismos la voltearíamos justicieramente antes de que fuese demasiado tarde.
Irene era una chica nacida para no molestar a nadie. Aparte de su actividad matinal se pasaba el resto del día tejiendo en el sofá de su dormitorio. No sé porqué tejía tanto, yo creo que las mujeres tejen cuando han encontrado en esa labor el gran pretexto para no hacer nada. Irene no era así, tejía cosas siempre necesarias, tricotas para el invierno, medias para mí, mañanitas y chalecos para ella. A veces tejía un chaleco y después lo destejía en un momento porque algo no le agradaba; era gracioso ver en la canastilla el montón de lana encrespada resistiéndose a perder su forma de algunas horas. Los sábados iba yo al centro a comprarle lana; Irene tenía fe en mi gusto, se complacía con los colores y nunca tuve que devolver madejas. Yo aprovechaba esas salidas para dar una vuelta por las librerías y preguntar vanamente si había novedades en literatura francesa. Desde 1939 no llegaba nada valioso a la Argentina.
Pero es de la casa que me interesa hablar, de la casa y de Irene, porque yo no tengo importancia. Me pregunto qué hubiera hecho Irene sin el tejido. Uno puede releer un libro, pero cuando un pull-over está terminado no se puede repetirlo sin escándalo. Un día encontré el cajón de abajo de la cómoda de alcanfor lleno de pañoletas blancas, verdes, lila. Estaban con naftalina, apiladas como en una mercería; no tuve valor de preguntarle a  Irene qué pensaba a hacer con ellas. No necesitábamos ganarnos la vida, todos los meses llegaba la plata de los campos y el dinero aumentaba. Pero a Irene solamente la entretenía el tejido, mostraba una destreza maravillosa y a mí se me iban las horas viéndole las manos como erizos plateados, agujas yendo y viniendo y una o dos canastillas en el suelo donde se agitaban constantemente los ovillos. Era hermoso.
Cómo no acordarme de la distribución de la casa. El comedor, una sala con gobelinos, la biblioteca y tres dormitorios grandes quedaban en la parte más retirada, la que mira hacia Rodríguez Peña. Solamente un pasillo con su maciza puerta de roble aislaba esta parte del ala delantera donde había un baño, la cocina, nuestros dormitorios y el living central, al cual comunicaban los dormitorios y el pasillo. Se entraba a la casa por un zaguán con mayólica , y la puerta central daba al living. De manera que uno entraba por el zaguán, abría la cancel y pasaba al living; tenía a los lados las puertas de nuestros dormitorios, y al frente del pasillo que conducía a la parte más retirada; avanzando por le pasillo se franqueaba la puerta de roble y más allá empezaba el otro lado de la casa, o bien se podía girar a la izquierda justamente antes de la puerta y seguir por un pasillo más estrecho que que llevaba a la cocina y al baño. Cuando la puerta estaba abierta advertía uno que la casa era muy grande; si no, daba la impresión de un departamento de los que se edifican ahora, apenas para moverse; Irene y yo vivíamos siempre en esta parte de la casa, casi nunca íbamos más allá de la puerta de roble, salvo para hacer la limpieza, pues es increíble cómo se junta tierra en los muebles. Buenos Aires será una ciudad limpia, pero eso se lo debe a sus habitantes y no a otra cosa. Hay demasiada tierra en el aire, apenas sopla una ráfaga se palpa el polvo en los mármoles de las consolas y entre los rombos de las carpetas de macramé; da trabajo sacarlo bien con plumero, vuela y se suspende en el aire, un momento después se deposita de nuevo en los muebles y en los pianos.
Lo recordaré siempre con claridad porque fue simple y sin circunstancias inútiles. Irene estaba tejiendo en su dormitorio, eran las ocho de la noche y de repente se me ocurrió poner al fuego la pavita del mate. Fui hasta el pasillo hasta enfrentar la entornada puerta de roble, y daba la vuelta al codo que llevaba a la cocina cuando escuché algo en el comedor o la biblioteca. El sonido venía impreciso y sordo, como un volcarse de silla sobre la alfombra o un ahogado susurro de conversación. También lo oí, al mismo tiempo o un segundo después, en el fondo del pasillo que traía desde aquellas piezas hasta la puerta. Me tiré contra la puerta antes de que fuera demasiado tarde, la cerré de golpe apoyando el cuerpo; felizmente la llave estaba puesta de nuestro lado y además corrí el gran cerrojo para más seguridad.
Fui a la cocina, calenté la pavita, y cuando estuve de vuelta con la bandeja del mate le dije a Irene:
—Tuve que cerrar la puerta del pasillo. Han tomado la parte del fondo.
Dejó caer el tejido y me miró con sus graves ojos cansados.
— ¿Estás seguro?
Asentí.
—Entonces —dijo recogiendo las agujas— tendremos que vivir en este lado.
Yo cebaba el mate con mucho cuidado, pero ella tardó un rato en reanudar su labor. Me acuerdo que tejía un chaleco gris; a mí me gustaba ese chaleco.
Los primeros días nos pareció penoso porque ambos habíamos dejado en la parte tomada muchas cosas que queríamos. Mis libros de literatura francesa, por ejemplo, estaban todos en la biblioteca. Irene extrañaba unas carpetas, un par de pantuflas que tanto la abrigaban en invierno. Yo sentía mi pipa de enebro y creo que Irene pensó en una botella de Hesperidina de muchos años. Con frecuencia (pero esto solamente sucedió los primeros días) cerrábamos algún cajón de las cómodas y nos mirábamos con tristeza.
—No está aquí.
Y era una cosa más de todo lo que habíamos perdido al otro lado de la casa.
Pero también tuvimos ventajas. La limpieza se simplificó tanto que aun levantándose tardísimo, a las nueve y media por ejemplo, no daban las once y ya estábamos de brazos cruzados. Irene se acostumbró a ir conmigo a la cocina y ayudarme a preparar el almuerzo. Lo pensamos bien y se decidió esto: mientras yo preparaba el almuerzo, Irene cocinaría platos para comer fríos de noche. Nos alegramos porque siempre resulta molesto tener que abandonar los dormitorios al atardecer y ponerse a cocinar. Ahora nos bastaba con la mesa en el dormitorio de Irene y las fuentes de comida fiambre.
Irene estaba contenta porque le quedaba más tiempo para tejer. Yo andaba un poco perdido a causa de los libros, pero por no afligir a mi hermana me puse a revisar la colección de estampillas de papá, y eso me sirvió para matar el tiempo. Nos divertíamos mucho, cada uno en sus cosas, casi siempre reunidos en el dormitorio de Irene que era más cómodo. A veces Irene decía:
—Fíjate este punto que se me ha ocurrido. ¿No da un dibujo de trébol?
Un rato después era yo el que le ponía ante los ojos un cuadrito de papel para que viese el mérito de algún sello de Eupen y Malmédy. Estábamos bien, y poco a poco empezábamos a no pensar. Se puede vivir sin pensar.
(Cuando Irene soñaba en alta voz yo me desvelaba enseguida. Nunca pude habituarme a esa voz de estatua o papagayo, voz que viene de los sueños y no de la garganta. Irene decía que mis sueños consistían en grandes sacudones que a veces hacían caer el cobertor. Nuestros dormitorios tenían el living de por medio, pero de noche se escuchaba cualquier cosa en la casa. Nos oíamos respirar, toser, presentíamos el ademán que conduce a la llave del velador, los mutuos y frecuentes insomnios.
Aparte de eso todo estaba callado en la casa. De día eran los rumores domésticos, el roce metálico de las agujas de tejer, un crujido al pasar las hojas del álbum filatélico. La puerta de roble, creo haberlo dicho, era maciza. En la cocina y el baño, que quedaban tocando la parte tomada, nos poníamos a hablar en voz más alta o Irene cantaba canciones de cuna. En una cocina hay demasiado ruido de loza y vidrios para que otros sonidos irrumpan en ella. Muy pocas veces permitíamos ahí el silencio, pero cuando tornábamos a los dormitorios y al living, entonces la casa se ponía callada y a media luz, hasta pisábamos más despacio para no molestarnos. Yo creo que era por eso que de noche, cuando Irene empezaba a soñar en alta voz, me desvelaba en seguida).
Es casi repetir lo mismo salvo las consecuencias. De noche siento sed, y antes de acostarnos le dije a Irene que iba hasta la cocina a servirme un vaso de agua. Desde la puerta del dormitorio (ella tejía) oí el ruido en la cocina; tal vez en la cocina o tal vez en el baño porque el codo del pasillo apagaba el sonido. A Irene le llamó la atención mi brusca manera de detenerme, y vino a mi lado sin decir palabra. Nos quedamos escuchando los ruidos, notando claramente que eran de este lado de la puerta de roble, en la cocina y en el baño, o en el pasillo mismo donde empezaba el codo casi al lado nuestro.
No nos miramos siquiera. Apreté el brazo de Irene y la hice correr conmigo hasta la puerta cancel, sin volvernos hacia atrás. Los ruidos se oían más fuerte, pero siempre sordos a espaldas nuestras. Cerré de un golpe la cancel y nos quedamos en el zaguán. Ahora no se oía nada.
—Han tomado esta parte —dijo Irene. El tejido le colgaba de las manos y las hebras iban hasta el cancel y se perdían debajo. Cuando vio que los ovillos habían quedado del otro lado, soltó el tejido sin mirarlo.
—¿Tuviste tiempo de traer alguna cosa? —le pregunté inútilmente.
—No, nada.
Estábamos con lo puesto. Me acordé de los quince mil pesos en el armario de mi dormitorio. Ya era tarde ahora.
Como me quedaba el reloj pulsera, vi que eran las once de la noche. Rodeé con mi brazo la cintura de Irene (yo creo que ella estaba llorando) y salimos a la calle. Antes de alejarnos tuve lástima, cerré bien la puerta de entrada y tiré la llave a la alcantarilla. No fuese que a algún pobre diablo se le ocurriera robar y se metiera en la casa, a esa hora y con la casa tomada.


       *Cortázar, Julio, en Bestiario, Buenos Aires, Sudamericana, 1982

LA CASA DE ASTERIÓN*
Jorge Luis Borges

Y la reina dio a luz un hijo que se llamó Asterión.
Apolodoro, Biblioteca, III, I

Sé que me acusan de soberbia, y tal vez de misantropía, y tal vez de locura. Tales acusaciones (que yo castigaré a su debido tiempo) son irrisorias. Es verdad que no salgo de mi casa, pero también es verdad que sus puertas (cuyo número es infinito[1])   están abiertas día y noche a los hombres y también a los animales. Que entre el que quiera. No hallará pompas mujeriles aquí ni el bizarro aparato de los palacios, pero sí la quietud y la soledad. Asimismo hallará una casa como no hay otra en la faz de la Tierra. (Mienten los que declaran que en Egipto hay una parecida.) Hasta mis detractores admiten que no hay un solo mueble en la casa. Otra especie ridícula es que yo, Asterión, soy un prisionero. ¿Repetiré que no hay una puerta cerrada, añadiré que no hay una cerradura? Por lo demás, algún atardecer he pisado la calle; si antes de la noche volví, lo hice por el temor que me infundieron las caras de la plebe, caras descoloridas y aplanadas, como la mano abierta. Ya se había puesto el Sol, pero el desvalido llanto de un niño y las toscas plegarias de la grey dijeron que me habían reconocido. La gente oraba, huía, se prosternaba; unos se encaramaban al estilóbato del templo de las Hachas, otros juntaban piedras. Alguno, creo, se ocultó bajo el mar. No en vano fue una reina mi madre; no puedo confundirme con el vulgo, aunque mi modestia lo quiera.
El hecho es que soy único. No me interesa lo que un hombre pueda trasmitir a otros hombres; como el filósofo, pienso que nada es comunicable por el arte de la escritura. Las enojosas y triviales minucias no tienen cabida en mi espíritu, que está capacitado para lo grande; jamás he retenido la diferencia entre una letra y otra. Cierta impaciencia generosa no ha consentido que yo aprendiera a leer. A veces lo deploro porque las noches y los días son largos.
Claro que no me faltan distracciones. Semejante al carnero que va a embestir, corro por las galerías de piedra hasta rodar al suelo, mareado. Me agazapo a la sombra de un aljibe o a la vuelta de un corredor y juego a que me buscan. Hay azoteas desde las que me dejo caer, hasta ensangrentarme. A cualquier hora puedo jugar a estar dormido, con los ojos cerrados y la respiración poderosa. (A veces me duermo realmente, a veces ha cambiado el color del día cuando he abierto los ojos). Pero de tantos juegos el que prefiero es el de otro Asterión. Finjo que viene a visitarme y que yo le muestro la casa. Con grandes reverencias le digo: Ahora volvemos a la encrucijada anterior o Ahora desembocamos en otro patio o Bien decía yo que te gustaría la canaleta o Ahora verás una cisterna que se llenó de arena o Ya veras cómo el sótano se bifurca. A veces me equivoco y nos reímos buenamente los dos.
No sólo he imaginado esos juegos; también he meditado sobre la casa. Todas las partes de la casa están muchas veces, cualquier lugar es otro lugar. No hay un aljibe, un patio, un abrevadero, un pesebre; son catorce (son infinitos) los pesebres, abrevaderos, patios, aljibes. La casa es del tamaño del mundo; mejor dicho, es el mundo. Sin embargo, a fuerza de fatigar patios con un aljibe y polvorientas galerías de piedra gris he alcanzado la calle y he visto el templo de las Hachas y el mar. Eso no lo entendí hasta que una visión de la noche me reveló que también son catorce (son infinitos) los mares y los templos. Todo está muchas veces, catorce veces, pero dos cosas hay en el mundo que parecen estar una sola vez: arriba, el intrincado Sol; abajo, Asterión. Quizá yo he creado las estrellas y el Sol y la enorme casa, pero ya no me acuerdo.
Cada nueve años entran en la casa nueve hombres para que yo los libere de todo mal. Oigo sus pasos o su voz en el fondo de las galerías de piedra y corro alegremente a buscarlos. La ceremonia dura pocos minutos. Uno tras otro caen sin que yo me ensangriente las manos. Donde cayeron, quedan, y los cadáveres ayudan a distinguir una galería de las otras. Ignoro quiénes son, pero sé que uno de ellos profetizó, en la hora de su muerte, que, alguna vez llegaría mi redentor. Desde entonces no me duele la soledad, porque sé que vive mi redentor y al fin se levantará sobre el polvo. Si mi oído alcanzara todos los rumores del mundo, yo percibiría sus pasos. Ojalá me lleve a un lugar con menos galerías y menos puertas. ¿Cómo será mi redentor?, me pregunto.
¿Será un toro o un hombre? ¿Será tal vez un toro con cara de hombre? ¿O será como yo?

El Sol de la mañana reverberó en la espada de bronce. Ya no quedaba ni un vestigio de sangre.
-¿Lo creerás, Ariadna? -dijo Teseo-. El minotauro apenas se defendió.


*BORGES, Jorge Luis, “La casa de Asterión”, El Aleph, Buenos Aires, Emecé, 1991.


[1] El original dice catorce, pero sobran motivos para inferir que en boca de Asterión, ese adjetivo numeral vale por infinitos.

martes, 30 de agosto de 2011

La focalización


El narrador es la voz ficcional que elige el autor para relatar la historia.
El punto de vista narrativo es el ángulo o perspectiva en el que se sitúa el narrador para contar la historia. El autor deberá elegir en qué persona gramatical relatará los hechos, qué es lo que el narrador sabe acerca de la historia, desde qué posición la narrará y a qué distancia queda el lector respecto de la historia narrada. En este sentido, podemos clasificar el punto de vista narrativo de la siguiente manera:

a)      Focalización cero o visión "por detrás" (narrador omnisciente): El narrador sabe más que los personajes. Asume un punto de vista objetivo, posee toda la información y conoce hasta los más íntimos pensamientos de los personajes. Es lo que se ha dado en llamar un narrador omnisciente, en tercera persona gramatical que se posiciona como un ¨dios¨ con respecto a su enunciado. Nunca es personaje de la historia.
b)      Focalización interna o visión "con" (narrador equisciente): El narrador sabe lo mismo que los personajes, es decir, tiene el mismo grado de conocimiento que el personaje. Asume el punto de vista de uno de ellos por vez. Puede ser un punto de vista fijo: narrador protagonista en primera persona, o de un mismo personaje a lo largo de toda la obra o variable (punto de vista de varios personajes que dan su propia perspectiva de los acontecimientos) Si un mismo acontecimiento se relata desde el punto de vista de varios personajes, hablamos de focalización múltiple. Puede o no ser personaje de la historia: Si el narrador está en primera persona protagonista, obviamente es personaje de la historia; no es personaje cuando está en tercera persona y asume el punto de vista de uno de los personajes sin saber qué pasa con los demás.
c)      Focalización externa o visión desde fuera (narrador deficiente): El narrador sabe menos que el personaje, sólo se limita a relatar lo que ve o escucha de los personajes. Es el típico narrador testigo que es también, siempre, personaje de la narración. En ocasiones, la figura del cronista asume este punto de vista.
De modo que, dependiendo de la elección del punto de vista narrativo, el lector tendrá un grado de conocimiento mayor o menor acerca de lo que se le está contando como así también estará más o menos alejado de los personajes y sus acciones o pensamientos (tendrá mayor o menor subjetividad)

viernes, 26 de agosto de 2011

Textos creativos

Los alumnos de Quinto año escribieron textos creativos a partir de la siguiente consigna:

"Escribir un texto creativo de alrededor de 200 palabras que dialogue con alguno/s de los textos vistos hasta ahora. Pueden tomar el punto de vista de alguno de los personajes, un diálogo entre los personajes de diferentes obras, un texto poético, etc.
El texto creativo debe:
1. Mostrar el conocimiento del análisis de las obras de teatro trabajadas en clase (Medea, de Eurípides; Yerma, de Federico García Lorca y La visita de la vieja dama de Friedrich Dürrenmatt)
2. Trabajar con un vocabulario cuidado y con los procedimientos literarios necesarios para que el texto tenga una clara función estética."
Pueden encontrar aquí el resto de la consigna.
Todos los trabajos estuvieron muy bien pero los siguientes se destacaron por su poesía e intención estética. Espero, los disfruten:

SECRETOS
por Cristian Maiani

—¡Medea, Medea!  Yo, Claire,  te ruego me enseñes tus secretos,  tu fuerza para llegar a lograr lo imposible. Quiero lograr justicia por mano propia. ¿Por qué? Porque me invade la curiosidad acerca de cómo lograr esa fuerza que, por lo visto,  puede llegar a tener una mujer. Lo que he estado planeando ni siquiera lo he logrado en mis sueños, pero aprendí algo acerca de mis sueños: el dinero puede ser otra fuerza, o también las mentiras pueden invadir al ser, al espíritu hasta controlarlo, torturarlo y matarlo. Pero  lo que me atrapa de ti, Medea, es el valor y tu grandeza salvaje de uñas y dientes afilados.  Enséñame esa grandeza, ese fuego que quema hasta el agua. Enséñame cómo se sigue adelante con mil agujas clavadas en el cuerpo. ¡Enséñame! Así mi plan se hará realidad. Un plan sin límites ni reglas, ni obstáculos en el corazón. Un plan que nadie quiere ver, escuchar, sentir ni creer. Un plan que rompa la cultura de la cuna.  El plan que sólo yo debo lograr, que existe sólo en mi interior, encerrado en un corazón quemado, surcado por heridas,  como una caja con paredes que reflejan “muerte” en sus cuatro caras.

—Yo, Medea, te brindaré lo que necesitas.  Te invito a que te acerques para que codo a codo pueda transmitirte esa fuerza que pides. La fuerza de la maternidad, de la vida,  de la muerte y de la venganza, contra la oscuridad y el mal espíritu, contra lo que te hace sufrir y contra ese mal al que lo único que le importa es la máscara de su honor,  su imagen, su yo interior alimentado de egoísmo y traición…

Entonces, Claire y Medea caminaron hacia la otra orilla.




La visita de la vieja dama
EPÍLOGO
por Victoria Martínez Moroy

(La escena transcurre en la habitación de Claire Zachanassian. Las paredes son de un verde musgo, sobre el techo cuelga una luz araña exageradamente grande, repleta de joyas multicolores. Su cama presenta un estilo principesco, con tules anaranjados que caen desde un dosel. La habitación se ve llena de peluches de niña, ositos de felpa, muñecas y juegos de té. Claire se despierta.)

CLAIRE: ¡Boby! ¡Boby! Ya estoy despierta, tráeme mi desayuno.
EL MAYORDOMO: (aparece vestido con un traje de pato) Enseguida, madame.
CLAIRE: Ah, hoy le ha tocado el traje de pato. Mañana tal vez le haga poner el traje de gato a Boby, ¿qué opinas Alfred?
(A un costado de su cama, se ve un ataúd con la tapa abierta, y en ella se encuentra Alfred Ill, pálido, muerto, como un maniquí. Tiene los ojos de vidrio y parece estar mirando a Claire.)
CLAIRE: ¿Qué dices? ¿Que ese traje ya se lo viste puesto a Moby antes? ¡Oh, Alfred, es bueno repetir de vez en cuando las cosas!
EL MAYORDOMO: Aquí tiene su desayuno, madame. (Le coloca una bandeja con una taza de café y unas tostadas) ¿El señor Ill va a desear algo?
CLAIRE: (Escucha a los pájaros cantar) Dime, Boby, ¿sabes algo sobre el pueblo de Güllen? Lo he visto en la televisión anoche. Parece que ahora les está yendo muy bien.
EL MAYORDOMO: Parece que han ampliado las estaciones de trenes. ¡Ah! Han podado el bosque de Konradsweiler para convertirlo en un parque de diversiones.
CLAIRE: ¿Puedes creerlo, Alfred? ¡Han quemado nuestro nido de amor! ¡Qué crueles!
(Entran Koby y Loby, cantando una canción que parece ser la de la publicidad del parque comercial de Güllen)
Koby y Loby: ¡En Güllen, en Güllen el mejor parque de diversiones de toda Europa!
CLAIRE: Qué suerte que te he sacado de ese lugar, mi pantera negra. Estoy segura de que disfrutas mucho más la vida ahora, ¿no? Te he llevado a recorrer el mundo y has estado conmigo. Seguramente ese ha sido el deseo de toda tu vida.
(El ataúd de Ill sigue intacto)
CLAIRE: ¡Oh, por favor, Alfred! Te has quedado mudo de tanta emoción seguro. Toma, Boby, llévate mi desayuno. Ya he terminado. (El plato de Claire aún sigue intacto).
EL MAYORDOMO: Muy bien, Madame. Con su permiso, me retiro. (Toma la bandeja y sale de la habitación)
CLAIRE: (Se levanta de la cama) ¡Toby! ¡Roby! Vengan rápido. Hoy tenemos una reunión muy importante con el jefe de la empresa cinematográfica francesa, el señor Jerif. Debo verme presentable, dijo que quería venderme su empresa.
(Entran Toby y Roby y cambian a Claire Zachanassian, poniéndole un vestido de copa color rosa pálido, y muchísimas joyas. Acto seguido, suben a Claire a su litera y están a punto de llevarla fuera de su habitación cuando ella pide que se detengan).
CLAIRE: (Girando su cabeza en torno a Ill) Deséame buena suerte hoy, amor mío. Volveré antes de lo que esperas, mi pantera negra.
(Claire se va de su habitación, en ella sólo queda el cadáver de Ill. Entre los peluches y los juegos de Claire, prácticamente se confunde con uno de ellos.)

lunes, 22 de agosto de 2011

El extraño caso de Dr Jekyll y Mr Hyde y Mary Reilly

Hola a tod@s.
Les dejo las consignas del trabajo que deben realizar para el martes 30 de agosto. Cualquier duda, como siempre, tienen este medio para consultarme a través de los comentarios.

Trabajo práctico
1. Analice el punto de vista en la novela y en la película: ¿Cuántos puntos de vista aparecen en la novela? ¿A través de qué procedimientos se ponen en juego? ¿En qué se diferencia la focalización en uno y otro texto? Ejemplifique con situaciones concretas en cada caso. 
     2. Analice el espacio en la novela: la sociedad del s. XIX (aluda al contexto histórico según lo conversado en clase), la casa en la que se desarrolla la acción. Tenga en cuenta el ambiente gótico y las estrategias para generar el suspenso antes de la aparición del horror (campo semántico, metáforas, comparaciones, etc). Ejemplifique en cada caso con citas textuales. Compare con el modo en que aparece en la película Mary Reilly. ¿Qué estrategias utiliza S. Frears para la representación del espacio? 
    3. Relea las descripciones de Hyde según Enfield, Utterson, Lanyon y Jekyll. ¿En qué coinciden todas ellas? ¿Cómo aparecen los conceptos de “otredad” y “ajenidad”?. Dé ejemplos de metáforas y comparaciones que se utilizan para describir el mal. ¿Cómo resuelve Stephen Frears la aparición de Hyde en el cine? Señale similitudes y diferencias en uno y otro texto. (Tenga en cuenta el paralelismo que Frears establece entre Hyde y el padre de Mary).
     4. ¿Cómo aparece el desdoblamiento/ metamorfosis en la novela de Stevenson? ¿Cómo se relaciona el desdoblamiento con el bien y el mal, con el deseo y el deber, con la represión, la prohibición, la honra y la máscara social? Ejemplifique con citas textuales. ¿Cómo resuelve el film el tema del desdoblamiento/ metamorfosis?
     5. Analice los desenlaces en uno y otro texto. ¿Qué sentimiento sale triunfante en El extraño caso de Dr Jekyll y Mr Hyde y cuál, en Mary Reilly? Dé ejemplos concretos en uno y otro texto.


      Saludos y hasta el martes que viene.