“—Cuando yo uso una palabra —dijo (Humpty Dumpty) en un tono bastante desdeñoso— significa lo que yo decido que signifique, ni más ni menos.
—La cuestión es —dijo Alicia— si usted puede hacer que las palabras signifiquen cosas tan diferentes
—La cuestión es —dijo Humpty Dumpty— saber quién es el amo, eso es todo”

Lewis Carrol, Alicia a través del espejo

lunes, 25 de abril de 2011

Teatro griego

 El mito
La mitología griega es uno de los universos más vastos y estructurados de toda la humanidad en su búsqueda de una interpretación de la realidad.
Los primeros mitos se inventaron para explicar los misterios de la naturaleza y los orígenes de los pueblos. Los posteriores, trataron de penetrar la conducta humana.
Los poetas trágicos son los que le dan forma definitiva a los mitos de los héroes ya que el mundo del mito constituye el material de la tragedia.
El público griego acudía entusiasmado al teatro en el siglo V a. C. para aplaudir las variantes de la armazón formal del mito o las nuevas interpretaciones que le conferían los autores trágicos, ya que no lo consideraban un modelo fijo, sino el germen de reelaboraciones y evoluciones. Un ciudadano ateniense que concurriera a presenciar una tragedia sabía de antemano la trama y disfrutaba de las innovaciones.

LA TRAGEDIA
La tragedia griega alcanza su máximo esplendor en el siglo V, el siglo de Pericles, que se caracterizó por un increíble desarrollo de las artes y de las letras.
La tragedia griega presenta familias en conflicto por generaciones, porque con la sangre se hereda un destino, una maldición o una responsabilidad. Desde esta perspectiva, la sociedad es presentada no en un equilibrio estático, sino en una situación límite, en un proceso de continua construcción y ajuste de la relación entre los individuos y las instituciones de su cultura. En esta situación límite, la tensión se da entre la rigidez de las normas que impone la sociedad y la flexibilidad que debe permitir a los individuos. Esta tensión se construye sobre la base de un sistema de polaridades , de oposiciones que luchan entre sí y ponen en riesgo la seguridad del hombre fundada en el orden social: la inversión de roles sexuales, la alteración de relaciones familiares, la perversión de los ritos, la ambigüedad del uso de la lengua (que, en vez de comunicar, engaña) convergen en una inestabilidad en búsqueda constante del equilibrio y la armonía.

Origen de la tragedia
El origen de la tragedia griega no ha podido ser precisado con exactitud. Sin embargo se sostiene con fuerza la hipótesis de que surgió de ritos religiosos relacionados con el ciclo de la naturaleza, un ciclo continuo de muerte y renacimiento esencial para el hombre: sin la renovación de las estaciones, el ser humano no podría sobrevivir.
Dionisios es el dios griego del teatro. Se supone que el ritual dionisíaco del cual habría nacido la tragedia, representaba el ciclo de la Naturaleza como una lucha entre dos años, el viejo y el nuevo. En esa lucha ocurre un desastre que frecuentemente consiste en un descuartizamiento. La tragedia nació, pues, en las fiestas dionisíacas, que se celebraban en recuerdo de la muerte y resurrección del dios Dionisios, pero las manifestaciones trágicas más antiguas no han llegado hasta nosotros. Sólo conservamos obras de la época de mayor madurez teatral como las de Esquilo, Sófocles y Eurípides.


Características de la tragedia
·         Estructura: En el origen el núcleo consistía en un canto coral largo, el ditirambo, que se separó en partes llamadas estrofas y antiestrofas durante las cuales se avanzaba y retrocedía. Según Aristóteles, la tragedia consta de tres partes: Prólogo, Episodios y Éxodo. Los episodios variaban, podían ser tres o cuatro. Entre las partes, interviene el coro, cuya participación está ligada al desarrollo de la trama y puede ser considerado un personaje más. El orden era de este modo: PRÓLOGO, PARODOS, PRIMER EPISODIO, PRIMER ESTÁSIMO, SEGUNDO EPISODIO, SEGUNDO ESTÁSIMO, TERCER EPISODIO, TERCER ESTÁSIMO, ÉXODO.
·         El coro: era el verdadero protagonista de la tragedia inicial. Posteriormente la función del coro cambia, se convierte en un comentador de lo que sucede y, a veces dialoga con los personajes para amonestar, alabar, advertir o formular consideraciones de valor general de gran belleza lírica algunas. La entrada del coro se llama párodo (entrar en un lugar). Luego, estaban los estásimos (permanecer en un lugar) que es la totalidad de las intervenciones del coro y, por último, el éxodo, la despedida. El coro estaba constituido por un número variable de ancianos, mujeres o niños, generalmente ancianos, sobre todo en Sófocles porque representaban la sabiduría del pueblo, la experiencia y, a veces, la voz de la conciencia, por lo cual se necesitaba cierta dignidad. En ocasiones, interviene el corifeo, el solista que actuaba en representación de todos.
·         Función: Según Aristóteles en su Poética la tragedia es una imitación de acciones que debe producir temor y piedad o compasión en el espectador para lograr la expurgación de las pasiones o catarsis. Es decir, debe modificar el ánimo del espectador de modo que éste sienta compasión por la situación trágica que vive el héroe y tema que a él pueda sucederle lo mismo. Por lo tanto, la tragedia debe imitar hechos y acciones humanas reales y estas acciones deben estar a cargo de personajes en acción. Los hechos no deben presentarse tal como fueron, sino como lógicamente deberían ser.  El héroe trágico debe resistir el más insoportable de los sufrimientos con elevación, porque la claudicación implicaría perder la calidad trágica.
La purificación de las pasiones quiere decir que, una vez que la razón se ha sobre puesto a las emociones, depurándolas, el espectador experimenta una suerte de higiene del alma que le permite aprehender la significación moral de la tragedia.
Héroes y dioses[1]
La tragedia tiene como tema permanente el castigo de las culpas humanas y éstas son concebidas como pecados. El acto pecaminoso es la soberbia o exceso (hybris) que lleva al hombre a cometer actos no permitidos por el destino, en la creencia de que puede realizarlos sin recibir el castigo de la justicia. En efecto, todo hombre, al nacer, recibe su porción de existencia o destino (moira) de acuerdo con la cual debe vivir. Todo intento de hacer algo que no esté en su moira realizar es obrar contra el destino. Pero, como el hombre ignora su suerte, no puede prever el pecado hasta que lo realiza de una manera irremediable, en medio de una ceguera, propiciada, en ocasiones, por los mismos dioses. El pecado es, por consiguiente, fruto de la inmoderación del hombre; en otras oportunidades, resulta del conflicto entre la pasión arrebatada y la razón moderadora; a veces, el hombre es advertido de que puede pecar, pero arrastrado por su soberbia más allá de lo lícito, no hace caso de las advertencias de los dioses; finalmente, el hombre puede ser inocente y ser arrastrado al pecado por dioses que quieren castigar, en él, pecados de sus antepasados. (...)
La acción trágica se caracteriza por la existencia de la peripecia. Aristóteles la define como la "inversión de las cosas en sentido contrario"; con esto quiere decir que un rasgo de la tragedia es el cambio de suerte, de destino, de ideas, de fortuna del protagonista o héroe trágico. (...) Quienes determinan la inversión de los sucesos son los dioses o, de manera más absoluta, el destino. Y la razón por la cual el pensamiento o los actos del héroe son invertidos en su perjuicio es que éstos han sido pensados o realizados contra el destino. Finalmente, esta inversión tiene el carácter de un castigo. Como los actos o el pensamiento de un héroe constituyen una violación del orden establecido, la desgracia que recae sobre sus hechos y sobre su persona es concebida como el castigo por su impiedad.
(...) En este sentido, el primer efecto es la identificación del espectador con el héroe, que el poeta robustece asignándole una suma de virtudes, especialmente la de salvador o benefactor de la ciudad. Por esto, Aristóteles señala que el héroe no debe ser rematadamente perverso ni excelente, ya que el castigo del primero no causa impresión por lo merecido, en tanto que la peripecia del segundo provoca compasión y no, sentimiento de justicia. Psicológicamente, pues, el héroe debe ser vulnerable: debe haber en él una disposición al error


[1] Sófocles, Antígona, Buenos Aires, Cántaro, 1995. Páginas 12, 13, 14, 15.

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